Salida de pesca familiar cien por ciento. ¿Dónde? A un complejo de cabañas ubicado en el medio del campo, justo en el límite entre las provincias de Entre Ríos y Corrientes, pero del lado entrerriano. Hicimos medio día de pesca embarcada para empezar. Acá estamos con Melina esperando algún pique importante:
Y no vino gran cosa, sólo palometas, boguitas, manguruyúes y patíes. Al menos, para entretenerse un rato está muy bien. Mi mamá, como pueden ver, no se hizo mucho drama por la falta de pique.



Sin embargo, cabe destacar este doradito pescado por Meli, de costa cuando paramos para el almuerzo.

Al día siguiente, nos quedamos pescando cerca de las cabañas, sobre el arroyo Curupí y, paradójicamente, hicimos mejor pesca que de embarcados.
En esta foto Flavia captó justo el momento en que me cerró la boca la manduva al querer extraerle el anzuelo.

Tararira pescada por Meli y Flavia.

Palometa pescada por Meli.

Raya pescada por mí y exhibida por Meli.

Y cierro este informe con esa foto de Meli y Flavia pescando a orillas del arroyo Curupí.

Evidentemente, no hace falta agregar lo bien que la pasamos, porque las mismas fotos lo reflejan. Además de conocer un nuevo lugar de pesca y disfrutar de todo lo que el viaje implica, fue la ocasión para conocerla a Meli, algo muy lindo y muy importante para mí. Hermoso recuerdo.
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