Mi tercer viaje a Florencia, esta vez, luna de miel y pesca: solamente Flavia y yo.
Lo peor haya sido, tal vez, el viaje de unas catorce horas de duración, ya que la única empresa que viajaba en ese momento era El Pulqui, en un servicio lechero que paraba en muchas localidades.
Esta foto, por ejemplo, la tomé cuando el micro paró en San Nicolás, provincia de Buenos Aires.
Ahora bien, una vez allá el ánimo cambia instantaneamente. Uno llega a un lugar virgen, en el corazón de la selva chaqueña, con una atención de privilegio e infraestructura de alta gama.
Después del desayuno, nos subimos al trucker con Hugo, un fenómeno, quien sería nuestro guía en ambas jornadas.
Quiero subrayar que los paisajes, la flora y la fauna que uno encuentra en Florencia, yo al menos no los encontré en ningún otro pesquero.
Esa mañana, Hugo nos levó a las correderas que se forman pegadas a la costa, buscando el animal que acecha allí: el dorado.
Yo saqué primero uno muy lindo. Después encaramos la segunda corredera y vino el debut de Flavia con otro pirayú de similar porte.

A media mañana saqué este otro, aunque en la foto posa Flavia, prueba de ello es la caña, la misma que utilizo desde que fui al litoral por primera vez y no presto a nadie ni por error.
Sin embargo, Flavia me empataría con un ejemplar soberbio de dorado, pescado esta vez a trolling. Muy bueno!

Al mediodía, volvimos para almorzar y dormir una siesta. Nos limpiaron estos dos, que fueron los dos primeros en salir, para ya frizarlos y llevarlos a Buenos Aires, mientras que los dos últimos fueron devueltos al agua después de la foto.
A la tarde encaramos para la zona de la isla Pelota. Con morena de carnada y al garete. ¡Miren qué atenta mi pescadora preferida!
Semejante esmero dio sus frutos. El patí que muestro abajo loco de contento, lo sacó Flavia solita: lo clavó y lo trajo hasta al lado de la lancha sin ayuda alguna. Impresionante: 10 kilos!

Terminaba así una jornada espectacular, con grandes capturas. Muertos de cansancio, cenamos rápido y nos fuimos a dormir temprano.
El segundo día despuntó de maravillas, también caluroso. Desayuno y ya nos esperaba el trucker.
Apareció en primer lugar este dorado en la caña de Flavia. Orgullosísimo de mi mujer!
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