martes, 15 de junio de 2010

LA PAZ - OCTUBRE 2005 (ENTRE RIOS)

Este viaje no sabía si incluirlo acá o no, porque fue más turismo que pesca. Pero, después de pensarlo bastante, decidí darle un lugar, ya que constituye un recuerdo muy lindo.
Llegamos a La Paz en omnibus tipo 5 de la mañana de un sábado. Recuerdo que en la terminal nos tomamos un remis hasta la casa de Guillermo, dueño de la Estancia El Desafío, nuestro destino final. Cargamos las cosas en su hermosa 4x4, nos subimos y, luego de atravesar un basto monte, llegamos al casco de la estancia.
¡Un lugar increíble!

Por supuesto, hicimos caminata, recorrimos algunos rincones del lugar y aprovechamos para sacarnos unas fotos.

Y después, muy tranquilamente, nos dirigimos a una zona en que se podía pescar de costa, más que nada de flote, por la sobreabundancia de piedras de todo tamaño.

¿Qué se podía capturar allí? Algún doradillo, como el que nos muestra Flavia.

Sacamos unos tres o cuatro la primer jornada, con devolución por supuesto. Tomamos unos mates, un poco de sol y seguimos paseando por la Estancia con mi mamá.

Acá parte de una pequeña granja que tiene el lugar.


El segundo día hicimos algo similar y volvimos por los doradillos. Sacamos otros tres o cuatro más, esta vez un poquito más grandecitos que los del día anterior, como se puede apreciar en las fotos de abajo.

Fueron dos días de mucha paz y felicidad para los tres, en que disfrutamos de un lugar espectacular, sin gastar grandes suma de dinero. Abajo mi mamá posa delante de la cabaña en la que nos albergamos ambos días.

Y acá, con unos de los perros del lugar, en la entrada al rancho.

Un viaje distinto a un lugar distinto.
Recuerdo que Flavia le hizo la mejor pregunta que se le podía hacer a Guillermo en el viaje de vuelta hacia la terminal en su 4x4, a saber, "¿Vos como dueño de todo esto, no te sentís un poco Dios?"

sábado, 12 de junio de 2010

FLORENCIA - DICIEMBRE 2007 (SANTA FE)

Mi tercer viaje a Florencia, esta vez, luna de miel y pesca: solamente Flavia y yo.
Lo peor haya sido, tal vez, el viaje de unas catorce horas de duración, ya que la única empresa que viajaba en ese momento era El Pulqui, en un servicio lechero que paraba en muchas localidades.
Esta foto, por ejemplo, la tomé cuando el micro paró en San Nicolás, provincia de Buenos Aires.
Ahora bien, una vez allá el ánimo cambia instantaneamente. Uno llega a un lugar virgen, en el corazón de la selva chaqueña, con una atención de privilegio e infraestructura de alta gama.
Después del desayuno, nos subimos al trucker con Hugo, un fenómeno, quien sería nuestro guía en ambas jornadas.

Quiero subrayar que los paisajes, la flora y la fauna que uno encuentra en Florencia, yo al menos no los encontré en ningún otro pesquero.

Esa mañana, Hugo nos levó a las correderas que se forman pegadas a la costa, buscando el animal que acecha allí: el dorado.

Yo saqué primero uno muy lindo. Después encaramos la segunda corredera y vino el debut de Flavia con otro pirayú de similar porte.

A media mañana saqué este otro, aunque en la foto posa Flavia, prueba de ello es la caña, la misma que utilizo desde que fui al litoral por primera vez y no presto a nadie ni por error.

Sin embargo, Flavia me empataría con un ejemplar soberbio de dorado, pescado esta vez a trolling. Muy bueno!



Al mediodía, volvimos para almorzar y dormir una siesta. Nos limpiaron estos dos, que fueron los dos primeros en salir, para ya frizarlos y llevarlos a Buenos Aires, mientras que los dos últimos fueron devueltos al agua después de la foto.

A la tarde encaramos para la zona de la isla Pelota. Con morena de carnada y al garete. ¡Miren qué atenta mi pescadora preferida!

Semejante esmero dio sus frutos. El patí que muestro abajo loco de contento, lo sacó Flavia solita: lo clavó y lo trajo hasta al lado de la lancha sin ayuda alguna. Impresionante: 10 kilos!


Terminaba así una jornada espectacular, con grandes capturas. Muertos de cansancio, cenamos rápido y nos fuimos a dormir temprano.

El segundo día despuntó de maravillas, también caluroso. Desayuno y ya nos esperaba el trucker.

Apareció en primer lugar este dorado en la caña de Flavia. Orgullosísimo de mi mujer!

Y el resto del día fue variada menor, pero entretenido porque se dio en cantidad. Las fotos de abajo muestran algunas de las capturas de patíes, manduvas y bagres que completaron la segunda jornada de pesca.






Llegó el momento de volver a las cabañas, bañarse, empacar todo, cenar y tomar el micro de regreso a Buenos Aires. Generalmente no pongo esta foto porque es la que más duele.

Pero no duele tanto al saber que pasamos dos días fabulosos, en un lugar increíble, muy lejano y difícil de acceder, con buena atención y servicios, para colmo con excelente pesca. ¿Qué más se puede pedir?

viernes, 11 de junio de 2010

FLORENCIA - FEBRERO 2008 (SANTA FE)

El cuarto y último viaje a Florencia en las vacaciones del 2008, durante el mes de febrero, la visitamos para pescar un par de días junto a Melina y Flavia.
El primer día pescamos bien: muchos cachorros de surubí, patíes y algo de variada.

Como se ve en las fotos, lindos cachorros pintados, incluso Meli sacó este pequeñín que le ofreció gran pelea con su equipito liviano.

Después patíes medianitos y un lindo manguruyú amarillo.


El segundo día más cachorros de entre 8 y 10 kilos.


El único doradito que apareció en los dos días, seguramente debido a lo turbio de las aguas.

Y dos patíes para el recuerdo: uno de 7 y otro de 14 kilos, el primero lo clavé yo y el segundo lo sacamos con una trampa para patíes encarnada con un cascarudo.



La pasamos bárbaro, lo único malo tal vez las altísimas temperaturas, pero si uno se cuida, no pasa nada.
La pregunta final es la de siempre: ¿cuándo volvemos?

jueves, 10 de junio de 2010

FLORENCIA - NOVIEMBRE 2006 (SANTA FE)

Otra salida con pocas fotos, de los tiempos de la cámara a rollo.
Esta vez, una visita a Florencia entre mi viejo y yo. Fue un viaje bárbaro, en el que compartimos dos días de pesca completos, muy bien atendidos en todo sentido.
Se pescó mucha variada, como se puede apreciar en las fotos. Bagres, patíes, manduvas, manguruyúes y surubíes sacamos en buena cantidad. Todo pescado de cuero capturado con carnada exclusivamente. Dos días de calor, pescando en un lugar único, bello y selvático, como es la selva chaqueña. Qué buen viaje, por Dios!

LA PAZ - DICIEMBRE 2007 (ENTRE RIOS)

Este fue un gusto que me quise dar. Ir dos días a pescar a Posta Surubí en La Paz Entre Ríos, con Flavia, Melina y mi mamá. Llegamos tempranito a la hermosa hostería a orillas del Paraná y al lado del puerto paceño.
Dejamos las cosas en la habitación y nos esperó un potente desayuno de calidad, que las chicas disfrutaron con todo.
Dejamos a mi mamá en tierra, por no estar ya en condiciones de pasar un día embarcada. La navegación hasta la zona de pesca fue muy placentera. Meli y Flavia disfrutaban del paisaje mientras yo armaba los tres equipos de pesca.
Con esta pescadora "fashion" no pudíamos "fallar".
Y así fue: acá Flavia muestra la primer captura de surubí de su vida, un cachorrito que le ofreció dura pelea.
Pero ese fue recién el comienzo. En seguida se sucedieron variadas capturas, todas de interesantes portes: dorados, surubíes, patíes y armados, siempre con morena de carnada.



Así fue terminando el primer día de pesca, con buena variada como resultado y muy buena onda de nuestra parte.


Al día siguiente sonamos: caía agua. Pero no arrugamos, nos pusimos trajes de lluvia y al río.

¿Qué nos esperaba bajo el agua? Surubíes varios. Sacamos seis, si mal no recuerdo, todos parejos:


Pasado ya el mediodía, paramos en un rinconcito del corazón de la isla Curuzú Chalí a descansar y esperar la fritanga de surubí que nos estaba preparando nuestro guía Orlando.

Después de chuparnos los dedos ante semejante manjar, acompañado de ensaladas, pan y gaseosas bien frías, encaramos las últimas horas de pesca.

Siguió dándose algo de variada, hasta que un suceso inesperado me ocurrió. Pensé que mi línea se había enganchado en un palo o en una piedra. Pero no, era un pique.
¡Y qué pique!
El monstruo de las profundidades emergió al lado de la lancha.
Con mucho esfuerzo pudimos subirlo a la lancha.
Era enorme: ¡una raya de alrededor de 40 kilos!
No lo podía creer, ¡espectacular!

Este viaje fue un verdadero lujo, no creo que lo pueda repetir así nomás. Lo disfrutamos muchísimo y Flavia quedó enamorada del lugar. Dios quiera que podamos volver algún día.